Sabía muy bien lo que decía Lionel Terray cuando afirmaba que, para ser alpinista, lo que realmente había que tener era una buena dosis de sensibilidad, sin la cual a nadie le daría por ir a pasar calamidades en las montañas...
Pero temo que el fatal día haya llegado, pues gracias a motivaciones extrínsecas de todo tipo me encuentro en el ámbito del alpinismo un montón de gente de dudosa sensibilidad.
Y es: que ser sensible no es incoherente con ser rudo o recio; pero si con ser un alienado o un borrego… y la montaña se está llenando del rebaño humano.
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